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El hambre y la química cerebral

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Anonim

Cuando tiene hambre, simplemente ver una imagen de una hamburguesa con queso o una pizza puede ser suficiente para que corra al restaurante más cercano. Pero si aún te sientes tentado por estas señales visuales después de comer una gran comida, un nuevo estudio sugiere que puede deberse a un cableado cerebral defectuoso, más que a la falta de fuerza de voluntad.

Investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC) en Boston, MA, han descubierto cómo las neuronas en la corteza insular del cerebro influyen en cómo respondemos a las señales de la comida.

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Además, los investigadores descubrieron que es posible controlar la actividad de estas neuronas y alterar los hábitos alimenticios, un descubrimiento que podría conducir a nuevas estrategias de tratamiento para los trastornos alimentarios y la obesidad.

El coautor del estudio Mark Andermann, Ph.D., de la División de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo en BIDMC, y sus colegas informaron recientemente sus hallazgos en la revista Nature.

Estudios previos han sugerido que la corteza insular afecta nuestro comportamiento en respuesta a las señales de los alimentos, como los comerciales de televisión relacionados con los alimentos.

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Los investigadores explican que en personas sanas que tienen hambre, la actividad en la corteza insular aumenta en respuesta a las señales de alimentación, pero no aumenta en respuesta a tales señales después de una comida grande.

Sin embargo, los estudios de imágenes cerebrales han indicado que las personas que son obesas o tienen trastornos alimentarios pueden presentar anormalidades en la corteza insular que aumentan su sensibilidad a las señales de los alimentos, lo que puede explicar por qué algunas personas comen en exceso.

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Estudio de la corteza insular de ratones

Para su estudio, el Dr. Andermann y sus colegas se propusieron obtener una mejor comprensión de la actividad cerebral que influye en el comportamiento alimentario en respuesta a las señales de alimentación.

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores estudiaron la corteza insular de los modelos de ratón.

En ratones, la corteza insular es difícil de alcanzar, pero el Dr. Andermann y su equipo desarrollaron un pequeño periscopio que les permitió evaluar la actividad neuronal dentro de esta región del cerebro.

Usando esta novedosa herramienta, los investigadores analizaron la actividad neuronal en la corteza insular de los roedores en respuesta a las señales de los alimentos en dos condiciones: cuando tenían hambre y cuando estaban saciados.

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El equipo descubrió que cuando los ratones tenían hambre, las señales de comida conducían a la activación de un grupo de neuronas en la corteza insular que influía en la conducta de búsqueda de alimento. Cuando los ratones estaban saciados, sin embargo, estas neuronas no se activaron.

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Comportamiento de búsqueda de alimento en ratones saciados desencadenado por neuronas ArGP

Mediante el uso de técnicas genéticas y ópticas, los investigadores luego" activaron "las neuronas en el hipotálamo que expresan el gen de la proteína relacionada con Agouti (AgRP).La activación de estas neuronas AgRP promueve el hambre.

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El equipo descubrió que la activación de las neuronas AgRP no solo causaba que los ratones saciados buscaran alimento en respuesta a señales de comida, sino que conducía a una actividad neuronal en la corteza insular comparable a la de los ratones hambrientos.

"Estas neuronas AgRP causan hambre, son la neurona del hambre por excelencia", dice el coautor del estudio, el Dr. Bradford B. Lowell, también de la División de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo en BIDMC.

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"Es un avance importante saber que podemos activarlos artificialmente y hacer que los ratones completos trabajen para obtener comida y comer como si no hubieran comido en un tiempo prolongado. Estas neuronas parecen capaces de causando un conjunto diverso de comportamientos asociados con el hambre y la alimentación. "

La investigación también reveló que la vía cerebral que conecta las neuronas AgRP y la corteza insular implica la amígdala y el tálamo paraventricular. La amígdala está involucrada en la modificación del valor de las señales alimenticias, mientras que el tálamo paraventricular desempeña un papel en el comportamiento motivacional.

Si bien se necesita más investigación para obtener una comprensión más clara de los procesos cerebrales involucrados en las respuestas conductuales a las señales de los alimentos, el Dr. Andermann y sus colegas creen que sus hallazgos actuales tienen potencial terapéutico.

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Por ejemplo, el equipo sugiere que es posible reducir la actividad de las neuronas AgRP para combatir los antojos de alimentos provocados por señales de alimentos, que pueden ayudar a tratar la obesidad.